El 23 de octubre de 2005 José Jorge Alperovich hizo historia en la política tucumana. Su triunfo con el oficialista Frente para la Victoria marcó un hito: en 30 años, nunca una fuerza política se había alzado con todas las poltronas en juego en unas elecciones nacionales. En ese caso, fueron cuatro las bancas que se disputaron. Tampoco ningún partido había alcanzado casi el 64% de los votos en comicios para elegir diputados nacionales. Los antecedentes más importantes y con ciertas similitudes se remontan a 1973 y a 1983, cuando el Partido Justicialista se impuso por más del 50% de los sufragios. Eso no fue todo: en ninguna otra provincia del país la oposición sacó menos del 10% de los sufragios como sí había ocurrido en Tucumán en ese 2005.

Con esa paliza electoral, el exgobernador (hoy preso) consolidó un modelo de gestión y resquebrajó a las fuerzas que lo enfrentaron. El radicalismo, avergonzado con la huida en helicóptero, estaba débil y dividido. Fuerza Republicana mostraba a su líder Antonio Bussi encarcelado. Y la patriada de dos históricos como Gumersindo Parajón (con Pueblo Unido) y Renzo Cirnigliaro (con el Frente Anticorrupción) no alcanzó para lastimar al por entonces todopoderoso Alperovich.

Cuando este año se elijan diputados nacionales se cumplirán 20 años casi exactos de aquel particular mojón en la historia político-electoral de Tucumán, con similitudes y diferencias respecto del contexto político y social de aquel momento y del actual.

Entre las coincidencias, la Argentina atravesó en 2001 una crisis de representación profunda, que significó un quiebre entre la sociedad y sus representantes. El grito de “que se vayan todos”, surgido espontáneamente en las calles, no fue un simple eslogan, sino la expresión de un hartazgo generalizado y un repudio masivo a una clase dirigente percibida como corrupta, ineficiente y alejada de la realidad de la gente.

La crisis no fue un evento súbito, sino la culminación de una serie de políticas económicas y un deterioro social que se venían gestando durante años. La caída del gobierno de Fernando de la Rúa y los interinatos presidenciales llevaron a un por entonces ignoto Néstor Kirchner a la Presidencia. Fue, de alguna manera, el surgente en medio de aquel enojo social con las fuerzas políticas tradicionales.

Un fenómeno que resuena con el actual escenario, donde la antesala de esta elección es la aparición de un fenómeno encarnado por Javier Milei, que ante un cansancio de gran parte de la sociedad con la “casta” de los partidos tradicionales optó por un “diferente” que ponga fin a todo lo conocido, especialmente al kirchnerismo.

Jaldo discrepó con Milei: “No coincidimos para nada en esta decisión”, dijo, acerca de los vetos

En cuanto a las diferencias, Osvaldo Jaldo llegó al poder gracias a esa cuestionada vieja política, pero rápidamente se acomodó al discurso y a las prácticas del nuevo Presidente. Se convirtió en “Jaldei”. Leyó el estado de ánimo de descontento profundo de los votantes, aplicó el ajuste antes que Milei y enderezó sus acciones a tono con el pedido de mano dura.

Más paralelismos

En aquel momento, Alperovich estaba encolumnado con el Gobierno nacional kirchnerista. Ello y la hábil muñeca del ex mandatario para dividir y detonar a la oposición le permitieron alcanzar esa gesta, de llevarse todas las bancas en juego. Al hombre del cigarrillo en el balcón lo ayudó gran parte de la sociedad. La explicación de esa victoria transversal la dio en su momento la propia Beatriz Rojkés, quien encabezaba aquella lista ganadora: “Hemos ganado en la Escuela Sarmiento, en el Sagrado Corazón, en la Normal, en el Boisdrón. ¿Crees que esa gente votó por los bolsones? Eso es subestimar a la gente, porque la gente recibe todo lo que le dan, y en la soledad pone su votito por aquellos en los que realmente cree. Los bolsones son una realidad, y una necesidad. Se han perjudicado muchas mamás porque no se han entregado bolsones, para evitar conjeturas”, respondía ante una consulta de LA GACETA. No sólo peronistas, sino también independientes, radicales e históricos clase media-alta antiPJ que se quejaban de los bolsones decidieron que la opción de Alperovich era la mejor.

¿El mejor alumno?

De cara a los comicios que se realizan en poco más de dos meses, Jaldo enfrenta un escenario nacional diametralmente opuesto al que supo tener Alperovich, ya que Milei representa una opción atractiva y de peso para un sector importante de la población, que podría dar batalla al peronismo por estas tierras.

Sin embargo, el gobernador también tiene enfrente a una oposición desarmada, que se atomiza y dispersa fuerzas. En parte por errores y egoísmos propios, pero también por incidencia del oficialismo provincial, que mete mano en las internas ajenas y “alienta” a que algunos presenten listas propias, y a que otros no se junten.

De allí que los dirigentes más experimentados comiencen a percibir un hedor a derrota similar al que le propinó Alperovich a todo el arco opositor. ¿Está Jaldo en condiciones de acercarse a esa marca? El gobernador se juega por una victoria arrolladora, con él a la cabeza, que le garantice otra dentro de dos años. O por una derrota -o empate- que lo obligue a barajar y dar de nuevo.

La oposición está mal, pero no tan mal.

Roberto Sánchez: “Queremos representar a todos los tucumanos en el Congreso”

Por el lado de los libertarios, las encuestas propias y las del peronismo arrojan resultados de presunta polarización entre el jaldismo y La Libertad Avanza (LLA). Ello muestra que la imagen y el sello de Milei podrían arrastrar un caudal de votos importante para los hombres del Presidente, pese a su escasez de estructura y de nombres conocidos. Respecto de los nombres, la figura de Federico Pelli crece por sobre la de “Manu” Guisone como cabeza de lista. Se estaría evaluando que el experto en seguridad es más popular entre los tucumanos y tiene un discurso más elaborado y confrontativo que el del armador de la Fundación Federalismo y Libertad.

Pese a estos datos, la duda invade a muchos. ¿Será suficiente el sello Milei para ganar, empatar o “segundear” al oficialismo? ¿El electorado se comportará igual que en las presidenciales o actuará como en las provinciales? ¿Cómo y cuánto pesarán la estructura oficialista-peronista y el rostro de Jaldo -de muy buena imagen- en la novedosa boleta única? Lo que sí es seguro es que el resto de la oposición le allana el camino a “El Comisario”. El radicalismo va dividido, y el espectro de centroderecha, absolutamente desparramado: CREO, FR, PRO y otros partidos de ideología similar se debaten entre la presentación de listas propias y el apoyo quebrado a distintas coaliciones. ¿Decisiones por convicciones o por conveniencias?

Por el lado de la que supo ser la coalición con mayor adhesión en votos, resumida en lo que alguna vez fue “Juntos por el Cambio”, la cuestión también se complica. Roberto Sánchez presentó ayer Unidos por Tucumán, el frente que integra una parte de la UCR con el socialismo y con algunos partidos provinciales. Sin embargo, varios de los que estuvieron antes esta vez no estarán.

La ausencia más notoria será la del diputado Mariano Campero. El ex intendente de Yerba Buena y el ex intendente de Concepción supieron estar siempre juntos a la par. Armaron una yunta poderosa en cuanto a votos e imagen pública que esta vez no se exhibirá ante los votantes.

Campero habría visto con dificultad unirse a una UCR comandada por Martín Lousteau, con quien está públicamente enfrentado. Además, a la dupla de tucumanos les resultaría cuanto menos complicado explicar al electorado por qué están juntos quienes votan distinto en el Congreso de la Nación: uno a favor de lo que pide Milei y el otro en contra, salvo excepciones.

En un principio, el diputado de Cambia Tucumán se declararía prescindente: no jugará para LLA y, por ende, tampoco en contra de su amigo el piloto. Pero tampoco correrá esta carrera electoral como navegante de Sánchez.

Campero sí va jugar en octubre, pero en las provinciales. Ya cuenta los “Díaz” para ver si su apuesta a ganador en los comicios de Alberdi le da buenos resultados. Los ex concejales (que dejaron sus cargos por la intervención) Luis Díaz Augier y Adolfo Díaz Chavero serán los postulantes a intendente y concejal en primer término, respectivamente, por Cambia Tucumán y con lista única.

Otro dato. Campero y Lisandro Catalán, presidente de LLA local, habrían mantenido conversaciones para que el armado camperista contase con el acompañamiento libertario. Hasta aquí no habría un frente entre ambos espacios, pero si la chance de que los libertarios no presenten postulantes en Alberdi y apoyen a los de Campero. ¿Devolución de gentilezas?

A dos meses de los comicios, la historia ayuda a interpretar escenarios posibles y a manejar variables probadas. Pero no a dar predicciones certeras.